Dos familias quedaron ayer entre la espada o la pared: sólo podían entrar o salir de sus casas si aceptaban el riesgo de que varios kilos de material acumulados sobre un oscilante resto de andamio en un 5º piso cayeran sobre sus cabezas. La disyuntiva se dio después de que muchos otros kilos de cemento, caños, chapas y gran cantidad de maderas se desplomaran efectivamente sobre el pasillo de sus viviendas en Riobamba 1325 desde la obra en construcción contigua. El alud alcanzó incluso a un habitante del pasillo, Gustavo Alarcón (49), quien increíblemente sólo recibió golpes en la espalda y lesiones en un tobillo. Bastaba ver la montaña de materiales para entender que pudo costarle la vida.
Una vecina mira asombrada los materiales en su pasillo. (Foto: Sebastián Suárez Meccia)
Pero lo increíble no fue sólo eso. También lo es que los moradores de las dos casas del pasillo llevan radicadas ya varias denuncias infructuosas contra la obra lindera. Una de ellas, que terminó con un acta de la Guardia Urbana Municipal (GUM) el viernes pasado, fue por lo mismo que ocurrió ayer: la caída de una gran cantidad de materiales sobre el patio y terraza de sus casas.
La promesa fue entonces que un inspector de la Dirección de Obras Particulares municipal se haría presente en la obra, un edificio de diez pisos cuyo contratista y constructor es HA & E SRL, con proyecto de Dante Pascutti, dirección de Ariel Franco y Enrique Solari como comitente.
Siempre según el cartel reglamentario de obra que se ve en el frente de Riobamba 1315 (y que irónicamente reza «No se sume al riesgo. Consulte al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social»), el edificio tiene un responsable en higiene y seguridad, Ricardo Allely.
Sin embargo, los vecinos ayer estaban fuera de sí y aseguraban no sólo que nunca fue nadie de Obras Particulares, sino que se cansaron de presentar denuncias en otras áreas, de pedir explicaciones y de abrir expedientes ante las reiteradas fallas de seguridad del edificio desde que arrancó la construcción sin que nadie dé más respuesta que números de trámites.
Carpeta en mano, uno de los moradores del pasillo, Osvaldo Comini, mostró ante este diario que la primera presentación ante el municipio lleva el número 5.548/08 y el acta de comprobación anterior de la GUM el 24.316.
Eso sin contar con que también hay denuncias en la seccional 5ª, cuyo comisario, Silvio Marciani, ayer intentaba calmar los ánimos de los indignados vecinos con la promesa de que intentaría localizar al responsable de seguridad de la obra para que alguien sacara los escombros apilados aún sobre el resto del andamio pendiente en el 5º piso.
El objetivo, de mínima, era evitar que también ese material se desprendiera y volviera a desplomarse sobre el pasillo.
De hecho, las bandejas de protección sobre el pasillo (que comparte medianera con la obra) se veían vencidas y las que dan a la calle no estaban mucho mejor. Y eso es algo que todo el barrio viene advirtiendo desde hace tiempo.
Por eso, cuando ayer cayó una buena cantidad de mampostería, lo primero que arrancó fue la bandeja y ella, a su vez, derrumbó la protección de andamios que cubría el pasillo. Lo que se veía eran kilos y kilos de material estrellados sobre el piso, y una buena cantidad de caños, maderas y chapas. Todo se desplomó al paso de Alarcón, que quedó sentado en el umbral de su casa, dolorido e indignado.
«Sentí un ruido terrible, se me vino todo encima y me caí yo; de milagro no me mató», dijo el hombre, tras ser atendido por un médico del Sies que le recetó placas para descartar fracturas. Pero Alarcón no quería los rayos primero, sino que alguien sacara los escombros que quedaron pendiendo sobre el resto del andamio.
«Tengo dos pibes de 13 y 14 años. ¿No van a poder entrar ni salir? ¿O hay que esperar a que haya una muerte para que alguien tome medidas contra esta obra?», se indignó.
La terraza también.
Nadie sabía bien qué hacer. Y mientras la GUM labraba otra acta y la policía constataba la situación, personal de Defensa Civil fue despejando el ingreso al pasillo. Con lo que nadie sabía qué hacer era con lo que colgaba más arriba: todos parecían cruzar los dedos para que no fuera el viento, o el simple peso del material, el que decidiera.
Finalmente, al cierre de esta edición, una orden judicial permitió que personal de Bomberos, Defensa Civil y la GUM forzaran el ingreso a la obra para retirar la amenaza.
Sus vecinos de pasillo, Comini y su madre, Clydes Cappiello, no estaban más tranquilos. Desde hace dos años la mujer no puede colgar ropa en la terraza por las cosas que caen desde la obra y ayer no podía casi ni salir de su casa porque los escombros le obstruían el pasillo.