Se trata de dos vecinos de Quimilí que presuntamente explotaban laboralmente a peones de Fernández, Atamisqui y Yuchán en un predio cercano a Colonia Dora.
El juez Federal Nº 2 de Santiago del Estero, Dr. Sebastián Argibay, procesó a un ingeniero agrónomo y a un empleado rural, domiciliados en los barrios Colón y Juan XXIII de la ciudad de Quimilí (departamento Mariano Moreno), respectivamente, por la supuesta explotación laboral de peones “golondrina” santiagueños.
El magistrado consideró que hay evidencias de que son corresponsables de delito de “trata de personas, bajo la modalidad de captación, traslado y acogimiento agravado por haber sido cometido abusando de las situaciones vulnerables en las que se encontraban las víctimas; por ser más de tres el número de víctimas y por ser cuatro menores de edad; y por haber logrado consumar la explotación de las 24 personas”. Asimismo, trabó embargo de los bienes de los procesados hasta cubrir la suma de un millón y medio de pesos ($ 1.500,000).
Las actuaciones judiciales se iniciaron el 27 de noviembre de 2020, momento en el cual se recibió una denuncia en la Fiscalía Federal por parte de Gendarmería Nacional realizada por una empleada de la delegación local del Ministerio de Trabajo de la Nación por una posible situación de explotación laboral que tendría lugar en Santiago del Estero.
Expuso que, a raíz de una denuncia que recibieron, organizaron una inspección junto al Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre) en un campo cerca de Colonia Dora, sobre la Ruta Provincial 92 y a unos 50 kilómetros de Añatuya, donde encontraron a los peones en situación de explotación laboral, en precarias condiciones, todas oriundas de Villa Atamisqui, Fernández y Yuchán.
Una de las personas, era un menor de 15 años y el resto, de entre 20 y 30 años. Con relación a las condiciones de habitabilidad, estaban divididos en grupos de 4 a 6 personas, en carpas hechas con bolsas plásticas, sin acceso a agua potable, ni baños y que duermen y cocinan en el piso, mientras que los alimentos eran vendidos por el patrón y que los precios eran “excesivos”.
Además, ninguna persona está registrada formalmente como trabajador. La actividad que estaban desarrollando es conocida como “destroncado”, la cual se realiza manualmente y consiste en sacar troncos y raíces de suelos cuyos arboles fueron talados.
Trabajaban de lunes a lunes y les pagaban $ 2.000 por hectárea destroncada.
Dos días después, el 29 de noviembre de 2020, a las 18.30 se realizó el allanamiento y se rescató a las víctimas del presunto trabajo esclavo.
“Dormíamos en el piso y había muchas víboras, matamos a dos, casi nos picaron”
Durante los procedimientos de rescate, los peones rurales brindaron detalles sobre las condiciones en las que vivían a diario. Uno de ellos indicó que trabajaban de 6 a 12 y de 14 a 18 y que “el dueño de la finca les descontaba la comida del sueldo”. “Vivíamos dentro de la finca en un toldo hecho con bolsa de nylon, tirados en el piso: había muchas víboras, ayer matamos a dos porque casi nos picaron.
Había sapos que pasaban por arriba de mis compañeros, teníamos una ducha de nylon y las necesidades la hacíamos en el campo. Nunca hemos tenido luz y los días de lluvia, nos mojábamos todo; si te lastimabas, tenías que curarte solo”, aseguró.
Otro de los trabajadores afirmó: “El horario era de sol a sol, solo volvíamos para cocinar y almorzar y seguíamos trabajando. Nosotros nos pagábamos todo. Vivíamos dentro de la finca, en carpas viejas de nylon, sostenida por troncos de quebracho, con colchones viejos tirados en el piso, no teníamos baño. Nosotros hemos traído unas pocas cosas para nuestra comodidad, el jefe no nos dio nada”.
“No tenían agua potable ni luz, nos alumbrábamos de noche con una sola linterna que llevó uno de los muchachos”, reveló un tercer peón.