El nivel de vida promedio por habitante mejoró más que en las economías en desarrollo y las economías emergentes que destinaron menos recursos
Las economías de los países que invirtieron en empleos de calidad desde principios del decenio de 2000, el nivel de vida promedio por habitante mejoró más que en las economías en desarrollo y las economías emergentes que destinaron menos recursos, informó la Organización Internacional de Trabajadores (OIT), en su Informe sobre el Trabajo en el Mundo 2014: El desarrollo a través del empleo.
El estudio recalcó en el documento que los países donde tuvieron éxito de reducir el efecto del empleo vulnerable a principios de los años 2000, registraron un crecimiento notable en su economías entre 2007 y 2012.
“El crecimiento económico no será sostenible si se basa en condiciones de trabajo pobres e inseguras, salarios reprimidos, en un aumento en el número de los trabajadores pobres, y en un incremento de las desigualdades”, concluyó la OIT.
En este sentido el estudio explica que la industria manufacturera está asociada a un rápido crecimiento económico y a una rápida creación de empleo, al igual que al desarrollo agrícola y rural. Sin embargo en el caso de la agricultura esto se da siempre que tenga el “uso eficiente y equitativo de los recursos naturales y los servicios que conectan con el resto de la economía”.
A su vez hizo notar que existen crecientes restricciones ambientales para mantener los recursos. Al respecto destaca que la solución es dar respuestas con nuevas tecnologías más compatibles.
“Las restricciones de los recursos naturales y los límites del medio ambiente a los que se enfrentan todos los países pueden transformarse en ventajas para las economías en desarrollo y las economías emergentes que sepan aprovechar la oportunidad de dar un salto tecnológico”, señala el informe.
La economía verde es destacada como solución por ofrecer “nuevas perspectivas a los países en desarrollo, que tienen que hacer frente a menos problemas en cuanto a los ajustes que las economías avanzadas, que cuentan con estructuras de producción ya desarrolladas con altos niveles de emisión de gas carbónico”.
En cualquier caso el informe destaca que “es crucial evitar la concentración de crecimiento económico en unos pocos sectores orientados a la exportación y poco vinculado al resto de la economía”.
Si bien entre 1980 y 2011 la renta por habitante en los países en desarrollo aumentó una media del 3,3 por ciento al año, se observa que esta es una cifra muy superior al aumento medio del 1,8 por ciento registrado en las economías avanzadas.
Desigualdades salariales no ayudan a las economías
El fenómeno de la desigualdad de los ingresos es cada vez mayor en el mundo, y esto no está ayudando a las economías, aclara la OIT.
“Un aumento de las desigualdades puede ser perjudicial para el crecimiento económico en la medida que el efecto negativo en el consumo asociado a las desigualdades cada vez mayores supere cualquier efecto positivo resultante de la mayor rentabilidad de las inversiones y competitividad de los costos”.
“En muchos países los efectos de la competitividad se han visto empañados por la disminución de la participación de los ingresos provenientes del trabajo, lo que conduce a un déficit de la demanda global y a una carrera hacia el abismo en cuanto a salarios y normas laborales”.
Deficiencias
A nivel mundial cerca de un tercio de los empleados tienen sueldos bajo el umbral de pobreza – como dos dólares al día- equivalente a 839 millones de trabajadores en el mundo. Pese a que el nivel antes era de la mitad de la población, aún es insuficiente.
Cerca de 1.500 millones de personas, se encuentran a su vez en situación laboral vulnerable.
“Estos trabajadores tienen menos posibilidades que los trabajadores asalariados de acceder a modalidades de trabajo formales, contar con protección social, como sistemas de pensiones o salud, o tener ingresos regulares. Tienden a encontrarse atrapados en un círculo vicioso de ocupaciones de baja productividad, malas remuneraciones y capacidad limitada para invertir en la salud y la educación de sus familias, lo que a su vez perjudica el desarrollo general y las perspectivas de crecimiento, no sólo de ellos mismos sino de las generaciones futuras”.
Se recalcó en el documento que los países en que tuvieron éxito de reducir el efecto del empleo vulnerable a principios de los años 2000, registraron un crecimiento notable en su economías entre 2007 y 2012.
Necesidades
Compensar las deficiencias de empleo a través de la tribulación se hace cada vez más difícil por lo que la OIT destaca que es fundamental fortalecer el mercado de trabajo y el diálogo entre empleadores y trabajadores.
Se calcula que durante los próximos cinco años accederán al mercado de trabajo aproximadamente 213 millones de trabajadores nuevos, de los cuales 200 millones pertenecerán a países en desarrollo.
El problema que enfrentan las economías del mundo es que la tasa de desempleo juvenil ya supera el 12 por ciento en los países en desarrollo, una cifra tres veces superior a la tasa de desempleo de los adultos.
Esto es especialmente notable en el Medio Oriente y África del Norte. En estos países la tasa de desempleo en mujeres incluso sube hasta un 45 por ciento.
Las consecuencias observadas al no revertir estos problemas es que las personas de estos países con problemas de empleo, especialmente los jóvenes, tienden a migrar a otros países.
En 2013, más de 230 millones de personas vivían en un país que no era el país en que habían nacido, unos 57 millones más que en 2000; y un 50 por ciento de estas personas eran originarias de Asia Meridional.