Hubo intentos desesperados de los vecinos por salvarlos, pero el agua los tapó muy rápido. Trabajaban en una obra de zanjeo en la zona noroeste de la ciudad. Tenían 54 y 24 años.
Cerca de la medianoche de ayer la gente aguardaba todavía que retiraran los cuerpos del pozo. (foto: Marcelo Bustamante)
Dos obreros murieron ayer mientras trabajaban en una obra de zanjeo en Herrera y Unión, al noroeste de la ciudad. Se trata de Ceferino Crespo, de 24 años, y de Julio Lucero, de 54. Crespo habría fallecido cerca de las 15.30 al quedar tapado por el lodo tras el desmoronamiento de las paredes de la zanja de seis metros de profundidad y un metro de ancho en la que cavaba. Y según el gerente de la región sur de Aguas Santafesinas SA (Assa), Juan Abaca, ese derrumbe habría provocado la rotura de un caño maestro de la empresa de agua e inmediatamente inundó el pozo donde se encontraba también Lucero, aún con vida. Vecinos y agentes del Comando Radioeléctrico pelearon junto a él para rescatarlo pero, según los testigos, «el lodo lo chupó en menos de diez minutos» y desapareció bajo el agua. Ambos eran operarios de la cuadrilla de la Unión Transitoria de Empresas (UTE) Pecam S.A y Del Sol SRL, contratada por la Dirección Provincial de la Vivienda (ver aparte).
«Lo tenía de la nuca y de la mano. Le decía que se tranquilice, que soy enfermero y que lo iba a ayudar. El me decía que estaba sintiendo el agua en los pies y en la espalda y se me resbaló de la mano. «Sacáme», me pidió, y no pude salvarlo», dijo aún consternado y a poco del accidente Ezequiel Villalba, de 25 años, un vecino que vive a 50 metros de donde fue el accidente. El joven estaba con su hermano Lucas, de 24, cuando escuchó los gritos y salieron a la calle a ver qué pasaba. No dudaron en meterse en la zanja cuando aún el agua no había comenzado a tapar el pozo. Villalba no es de pequeño porte: mide 1,90 metro, y dice que echó mano a todo lo que pudo para «frenar» la salida de agua. «Puse una viga y una botella, pero nada. Lo atamos al hombre con una soga, pero el barro hizo como una sopapa. Y cuando el agua me llegó al cuello, yo le apreté la muñeca. Creo que ya no tenía pulso», relató.
Otro vecino que participó del infructuoso rescate fue Roberto, quien también vive cerca de donde ocurrió la tragedia, en Unión 1960. «Tengo el corazón destruido. Estaba limpiando mi auto cuando se armó el revuelo. Aún no había agua en el pozo y corrí a llamar al 911. Después todo fue cuestión de minutos. El barro hizo una ciénaga y al hombre se le acabaron las fuerzas», se lamentó.
Impotencia. Varias horas después del accidente en el barrio todo era curiosidad, impotencia y barro.
Los vecinos se ubicaron arriba de los techos y detrás de las cintas de vallado. Ocuparon las veredas que rodeaban la zanja para ver el rescate de ambos cuerpos, pero la tarea les llevaría horas a empleados de Assa y bomberos zapadores, quienes tenían que reparar el caño roto, desagotar la zanja, apuntalar sus paredes y recuperar los cuerpos. Custodiaban todo el proceso una decena de agentes de la seccional 30ª, el Comando y la Guardia Urbana Municipal (GUM).
La mayoría de los que viven a metros de la obra se quejaron por los trabajos y la «falta de previsión» e «irresponsabilidad» de la empresa que los conducía. «El viernes de la semana pasada, acá frente a mi casa también se desmoronó la zanja y se rompió un caño. Y tuvieron a dos obreros trabajando, atados de una soga a una planta, muertos de frío. Esta gente no trabaja con los elementos necesarios», aseguró Norma, quien vive en Unión 1849. Al comentario se sumaron las voces de un grupo de vecinos, quienes afirmaron que «los trabajos empezaron hace un mes y medio en Castagnino y Unión, y en dos cuadras ya rompieron tres veces el caño maestro y hasta nos dejaron sin agua».
“No fue por falta de elementos de seguridad”
La directora provincial de Vivienda y Urbanismo santafesina (DPVyU), Alicia Pino, regresó anoche desde Santa Fe al enterarse de la muerte de los dos operarios en el complejo habitacional zona norte. Y prometió que hoy enviará funcionarios del área para investigar el accidente. “Fue un hecho desgraciado que no ocurrió por falta de elementos de seguridad, sino que fue originado por la rotura de un caño de agua que produjo el desmoronamiento”, explicó la funcionaria.
La DPVyU fue la repartición provincial encargada de llevar adelante las obras de infraestructura del futuro complejo de viviendas sociales ubicado en la denominada zona cero (en proximidades del comienzo de la autopista a Santa Fe).
La vocera de la DPVyU, Marina Torres, indicó que estas obras cloacales se enlazarán con bulevar Rondeau “y fueron licitadas y adjudicadas por la Dirección de Vivienda a la Unión Transitoria de Empresas (UTE) integradas por las firmas Del Sol y Pecam”, bajo un presupuesto de 15.488.902 pesos.
La obra incluye el sondeo de interferencias, la ejecución del colector sobre calle Calderón y una Estación Elevadora en la esquina de Grandoli y Suárez.
“No hubo ninguna sanción o llamado de atención por temas de seguridad e higiene. Y cuando ocurrió lo del caño, estaba presente el oficial de seguridad e higiene de la empresa”, subrayó Torres al brindar su primera hipótesis de lo sucedido: “Aparentemente una retroexcavadora habría tocado este caño, que no estaba en los planos”.
No obstante, voceros de Aguas Santafesinas Sociedad Anónima aclararon que “había un registro de la existencia del caño, ya que a 30 metros del accidente lo habían reparado días atrás”. Para hoy está previsto que agentes del Ministerio de Trabajo santafesino acudan a relevar la zona del siniestro.
«Sólo un laburante»
Preguntar a los familiares de un hombre que acaba de morir ahogado en una zanja datos sobre su vida cuando aún su cuerpo no ha sido rescatado resulta obsceno. Por eso, sólo trascendieron algunos datos que registró la policía a poco del accidente. Que Julio Lucero tenía 54 años, estaba separado, era padre de cuatro hijos y vivía en zona sur. Pero cuando los hijos llegaron al lugar, se escuchó decir que Julio además era “sólo un laburante”. Además, se oyó que dos de ellos trabajaban también de operarios y que justamente uno había tenido que ingresar la semana pasada a una zanja donde hubo problemas como los que produjeron la muerte de su padre.
Por Laura Vilche y Lucas Ameriso / La Capital