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MALTRATO LABORAL – El infierno en la oficina

Más que el acoso sexual o la discriminación salarial, la violencia psicológica en el trabajo es tan difícil de detectar como de detener. Amenazas, ofensas e indiferencia.

â??Yo llegaba y mi jefe me saludaba mal, con mala cara, como si no quisiera hacerlo. Y todos los días lo mismo. Otras veces me decía que se iba de la oficina cuando yo estaba tipeando porque â??le enfermabaâ?? el ruido que hacía con los dedos en el teclado.â?? A Luisa Bastery, empleada en la administración pública, la tensa relación con su jefe la hizo odiar su trabajo, enfermarse, querer renunciar, temer que la echen. Pero, más allá del affaire (cotidiano en el ámbito laboral), en algún momento esas diferencias se tradujeron a violencia psicológica, una combinación entre abuso de poder, hostigamiento y presión. Más difícil de probar que el acoso sexual y sin los elementos testigo que deja la discriminación salarial, el maltrato laboral se esconde en la rigurosidad de la tarea o la hostilidad del hábitat.

Julio Neffa, director del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, lo explica así: â??Son comportamientos y actitudes adoptados por la jerarquía de la empresa o los demás miembros del ámbito laboral, que ocurre dentro o fuera del establecimiento, donde se hiere física, psíquica o mentalmente a un trabajador. Tiene el propósito de intensificar el trabajo, disciplinar, amenazar o simplemente por el gusto de hacer daño (sadismo) a quienes están en una situación de inferioridad e indefensiónâ??. â??Ningunearâ??, ese verbo (nuevo) tan de moda que mezcla indiferencia con subestimación, es una de las características más típicas de la violencia psicológica en el trabajo. También lo son las cargadas y ofensas permanentes de los compañeros y la desvalorización de las tareas.

En Argentina, la indefensión es concreta: sólo cuatro provincias – Tucumán, Capital Federal, Buenos Aires y Jujuy – sancionaron leyes, entre 2002 y 2004, que contemplan el maltrato. Pero se aplican sólo al ámbito de la administración pública. En el caso porteño, el artículo 3 de la Ley 1225 explica que â??se entiende por maltrato psíquico y social contra el trabajador a la hostilidad continua y repetida del superior jerárquico en forma de insulto, hostigamiento psicológico, desprecio y críticaâ??. Mientras tanto, en este año electoral de poca actividad parlamentaria, existen otros seis proyectos que aguardan su sanción, cuatro en la Cámara de Senadores y dos en la de Diputados.

A la hora de decir basta y quejarse, los empleados públicos argentinos tienen una cita en la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, que desde julio de este año recibe denuncias. El último informe de este organismo, dependiente del Ministerio Público Fiscal, asegura que entre octubre de 2003 y 2004 se iniciaron 1503 expedientes y actualmente se analizan 2548 casos. â??Nuestra legislación está poco adaptada para tratar este tipo de comportamientos y actitudes. Es un tema que debería incluirse en la próxima reforma de la Ley de Riesgos del Trabajoâ??, se preocupa Neffa.

En Europa, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo enumeró algunas enfermedades que pueden ser causadas por el maltrato psicológico: dolor de cabeza, taquicardia, gastritis, adicción a las drogas y alcoholismo. Y la situación puede empeorar. Eduardo Press, director de Escuela Argentina de Psicología Organizacional, lo confirma: â??La mayor parte de los casos de renuncias o despidos ocurren por cuestiones de relación y no por cuestiones técnicas. Si alguien no sabe algo, lo aprende. Pero incorporar habilidades en relaciones personales es mucho más complicadoâ??. Press, que dicta un seminario con la contundente consigna â??Cómo mejorar el clima laboralâ??, está convencido que la clave es tender puentes de comunicación para evitar problemas.

Los especialistas encienden una luz de alerta sobre los casos que permanecen latentes y que no son denunciados por considerárselos irregularidades administrativas antes que delitos. Neffa dice: â??La amenaza de despido influye para que los trabajadores reciban esos golpes sin tener mayores posibilidades de contrarrestarlosâ??. Al riesgo de despido se le suman el temor de ser catalogado como â??empleado problemáticoâ?? y la imposibilidad de conseguir pruebas aceptadas en un proceso judicial. La abogada Patricia Barbado, miembro de la ONG Instituciones sin Violencia, hace foco en este detalle en su informe â??La prueba del acoso psicológico en el ámbito laboralâ??: â??No nos olvidemos que el acoso moral implica siempre conductas dirigidas a causar un daño en el trabajador de muy difícil prueba porque al no tratarse de un daño físico no quedan huellas visibles en élâ??.

Recién en 1996 la violencia laboral llamó la atención de los especialistas en Europa y Estados Unidos, de la mano del psicólogo sueco Heinz Leymann. En 1998, Duncan Chappell y Vittorio Di Martino elaboraron el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) â??Violence at workâ?? terminando de instalar el tema en el mundo académico. Según la OIT, este fenómeno ya cuenta con 40 millones de víctimas en Europa y cuesta 20 millones de euros al año. Di Martino aseguró: «En el nuevo perfil de la violencia en el trabajo que se configura se concede igual peso a los comportamientos físicos y psicológicos y se valora plenamente la importancia de los pequeños actos de violencia».

Paradójicamente, los países que tienen una legislación específica en la materia son los que cuentan mayor cantidad de casos: Francia, Italia, Suecia y España, donde incluso fue considerado como un accidente de trabajo en los tribunales. Si bien es un tema cotidiano, existe cierto vacío estadístico que puede explicarse en la difícil detección y categorización de los casos. Sin embargo, la OIT tiene algunos datos claros: en el Reino Unido el 53% de los trabajadores ha sido víctima de coacciones en el trabajo y el 78% ha sido testigo de este tipo de comportamiento. En Finlandia el 40% de los empleados municipales sufrieron coacciones y en Suecia se ha estimado que este tipo de acoso es causa del 10 al 15% de los suicidios. Lejos de esos límites, la historia de Luisa tuvo un final contradictoriamente bueno: su jefe se calmó después de que una compañera lo denunciara por acoso sexual.

Las claves de los malos tratos

Según la legislación porteña, el maltrato se reconoce en:

– Bloquear constantemente las iniciativas de interacción generando aislamiento.
– Cambiar de oficina, lugar habitual de trabajo con ánimo de separarlo de sus compañeros o colaboradores más cercanos.
– Prohibir a los empleados que hablen con él.
– Obligarlo a ejecutar tareas denigrantes para su dignidad personal.
– Juzgar de manera ofensiva su desempeño en la organización.
– Asignarle misiones sin sentido, innecesarias, con la intención de humillar.
– Encargarle trabajo imposible de realizar.
– Obstaculizar o imposibilitar la ejecución de una actividad u ocultar las herramientas necesarias para concretar una tarea atinente a su puesto.
– Amenazarlo repetidamente con despido infundado.
– Privarlo de información útil para desempeñar su tarea o ejercer sus derechos.

Por Carla Barbuto. Especial para Clarín.com.
conexiones@claringlobal.com.ar

Fuente: Diario Clarin

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