El principal malestar son las várices y la disfonía; el 84% percibe que la violencia es un problema grave en la escuela.
El abandono que sufren los alumnos por parte de los padres, la violencia familiar, la pobreza, las agresiones y las amenazas son los problemas sociales más graves que enfrentan los docentes en el aula y que influyen en sus trastornos de salud.
Así lo describe un informe regional de la Unesco presentado ayer, realizado en seis países (la Argentina, Chile, Ecuador, México, Perú y Uruguay) y que recoge la percepción de los maestros y directores de escuelas sobre las condiciones de trabajo y salud del personal docente.
El 84% de los maestros argentinos percibe la violencia como un problema grave en la escuela, percepción que desciende al 72% en Ecuador, al 70% en Chile y al 50% en México. Además, en nuestro país, el 37% declaró que ha sufrido amenazas a la integridad física y el 33% consideró que existen formas de violencia organizada en la escuela.
El alto grado de exposición a situaciones de violencia deriva muchas veces en situaciones que afectan la salud de los maestros, lo que repercute en su rendimiento, en la calidad de la enseñanza y en el aprendizaje de los chicos.
Entre las principales afecciones diagnosticadas por los médicos, los docentes argentinos sufren principalmente de várices en las piernas (lo que afecta al 37,4% de los maestros), disfonía o afonía (34,7%), estrés (33,8%), enfermedades de columna (26,9%) y gastritis (26,9%). Los mayores malestares sufridos en el último año fueron dolores de espalda (59,4%), angustia (46,6%), dificultades para concentrarse (43,8%) e insomnio (31,5%).
Los datos se basan en trabajos de campo realizados en zonas urbanas. En nuestro país, el relevamiento estuvo a cargo del profesor Jorge Kohen y comprendió una muestra de ocho escuelas estatales de Rosario, representativas de una zona demográfica y social, que reúnen a 243 docentes, con un promedio de 28 alumnos por aula.
La mitad de los maestros (50%) trabaja más de 30 horas semanales en la escuela – el 12,9% lo hace más de 40 horas – y el 47,5% declaró que sólo dedica menos de cinco minutos al descanso durante la jornada escolar.
«Históricamente, la docencia se ha presentado como un apostolado, un servicio social, con un sentido intrínseco de sacrificio y renuncia. Eso lleva a trabajar en condiciones inadecuadas, recorrer enormes distancias hasta la escuela, contar con recursos didácticos rudimentarios», describió, al presentar el informe en la capital chilena, la especialista Magaly Robinson Campos, responsable de temas docentes de la Oficina Regional de Educación de la Unesco para América latina y el Caribe (Orealc).
Poco más de la tercera parte de los maestros argentinos (35,2%) dedica más de 30 horas semanales al trabajo en el hogar, para preparar clases y materiales y hacer cursos de perfeccionamiento.
Mientras que el 21% declaró que tiene un trabajo adicional a la docencia, el 83% reveló que los materiales de trabajo en el aula son aportados por los propios profesores. Es el índice más alto en la región (69% en Uruguay, 52% en México y 50% en Chile). El 80% consideró que el material didáctico es insuficiente y el 34% lo juzgó no pertinente.
El estrés y la depresión son los problemas de salud mental registrados entre los maestros de la región, mientras que los resfríos, la gastritis y la hipertensión arterial son los cuadros más comunes.
Falta de espacios
Del análisis de la infraestructura y los materiales de trabajo en la escuela se desprende «la falta de espacios suficientes para que los profesores puedan preparar clases y materiales, y lugares propios y reservados para el descanso y servicios básicos de saneamiento», advirtió el médico psiquiatra chileno Manuel Parra Garrido, que realiza un análisis comparativo en el informe de la Unesco.
«Al no haber espacios destinados para ello en las escuelas, se asume como normal que parte del trabajo docente se traslade al hogar», añadió el especialista.
Llaman la atención, asimismo, las críticas condiciones de seguridad contra incendios. Se cita un relevamiento de la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafe), realizado en 80 escuelas, según el cual el 61% no contaba con matafuegos; el 51% no tenía salidas de emergencia, y en el 67% de los establecimientos las puertas no abrían hacia afuera.
El 62,2% de los docentes consideró que la temperatura en las aulas es inadecuada, tanto en invierno como en verano. Para el 48,8% la iluminación es insuficiente y el 66,7% admitió que trabaja en un ambiente ruidoso.
En cuanto a las exigencias ergonómicas (estar de pie la mayor parte de la jornada, forzar la voz y mantener posturas inadecuadas), el 41% declaró que trabaja con un grado muy alto de exposición, a lo que se suma un 26,3% que hizo una valoración alta.
Por Mariano de Vedia
De la Redacción de LA NACION