Las autoridades federales no reportaron hasta ahora la presencia de sustancias nocivas en los domicilios. Sin embargo, los pobladores y defensores medioambientales sí manifestaron su preocupación.
Las investigaciones sobre el descarrilamiento de un tren con sustancias tóxicas continúan en Ohio, Estados Unidos, tras casi dos semanas del incidente.
El administrador de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), admitió que existen preocupaciones entre los residentes de la pequeña localidad de East Palestine, el lugar donde ocurrió el suceso.
Cualquier cosa que el estado de Ohio necesite, “estaremos aquí para ayudar”, afirmó el funcionario en una rueda de prensa.
Según Regan la agencia federal no encontró hasta ahora nada que suscite inquietud por la salud en la zona.
De los más de 480 controles domiciliarios voluntarios, dijo, la EPA no detectó cloruro de vinilo ni cloruro de hidrógeno en ninguno de ellos.
Para los pobladores locales y defensores medioambientales, los mensajes del Gobierno son contradictorios y poco transparentes.
Desde el día del incidente, varias personas de la región presentaron náuseas y sensación de quemazón en los ojos, y reportaron animales enfermos, además de un fuerte olor en la ciudad.
Entretanto, Karine Jean Pierre, portavoz de la Casa Blanca, aseguró que las autoridades responsabilizarán a la empresa Norfolk Southern por lo ocurrido.
El miércoles 15 de febrero los representantes de esta compañía negaron la asistencia a una vista pública en el área.
Al menos cinco de los vagones de tren trasladaban cloruro de vinilo, utilizado para fabricar un ingrediente de productos plásticos, y con altas posibilidades de aumentar el riesgo de varios tipos de cáncer, entre ellos el de hígado.
El tren iba de Pensilvania a Illinois y al perder su ruta provocó un gran incendio y la eventual posibilidad de explosión.