Iragüen hoy está jubilado, pero desarrolló tareas de fumigación por años. En su vida voló desde un planeador a un Boing 747-400. Afirmó que sobre 28 integrantes de su promoción, 19 murieron antes de los 50 años por problemas por la toxicidad de los productos.
La agrupación Humbertinos por la Vida, una organización de vecinos autoconvocados de Humberto Primo —departamento Castellanos—, adherida a la multisectorial Paren de Fumigarnos, difundió a través de las redes sociales una entrevista realizada a Reynold Rogers Iragüen, un piloto aeronáutico retirado que se desempeñó como aeroaplicador, quien denunció los efectos de los agrotóxicos que utilizó durante nueve años.
En la charla el ex piloto aseguró que, de 28 integrantes de su promoción, 19 fallecieron antes de los 50 años por problemas relacionados a la toxicidad de los productos que utilizaron durante su carrera profesional.
«Pasé por todas las etapas, desde un planeador hasta un Boing 747-400», indicó Iragüen, para luego narrar que en marco de alcanzar la meta de ser piloto de aerolíneas comerciales voló, durante nueve años, como piloto aeroaplicador. «Fue por razonas casi ajenas a mi profesión. Me interesaba solamente tener un gran entrenamiento y acumular horas de vuelo porque mi idea era llegar a ser piloto profesional de línea aérea».
El aeroaplicador es la persona que vuela un avión específico para hacer aspersiones en los campos de agroquímicos, semillas y actividades como ataques contra incendios, entre otras.
«Me instruyeron muy bien respecto del peligro y la toxicidad de todos los elementos agroquímicos que se usaban. Esto hizo que yo pudiera tomar las precauciones debidas en el momento oportuno. Como mi idea era volar profesionalmente, sabía que no me podía dar el lujo de intoxicarme. Por lo tanto me cuidé en demasía con respecto a mis colegas. Me enseñaron cómo cuidarme y cómo protegerme respecto de la vestimenta, entre otras previsiones», señaló Iragüen.
Contaminado de por vida. En ese marco señaló que «cuando ingresé a Aerolíneas Argentinas como piloto me hicieron análisis y de allí surgió que tenía restos de clorados y fosforados en sangre. Estoy contaminado por el resto de mi vida, solamente que en una proporción que mi físico me permite tolerarlo correctamente».
«El problema es que, salvo que se pasen con la dosis o que tenga una incorporación directa al organismo, los agroquímicos afectan en forma indirecta y lenta. No se van», reparó el ex piloto.
«Fui consciente y tuve las pruebas a la vista sobre la peligrosidad de los elementos que se utilizan. En mi camada éramos alrededor de 28 aeroaplicadores. Por problemas de toxicidad murieron 19 de ellos, casi todos antes de los 50 años», relató.
Iragüen, que actualmente tiene 67 años y ya no practica actividades aéreas analiza la situación y asegura que es un sobreviviente con respecto a los demás.
Dosis incorporadas. «El grado de incorporación de elementos tóxicos fue tan alto que era indudable que no habían podido tolerar la dosis que incorporaron. Esta fue una conclusión de los médicos», manifestó, e indicó que «ellos me dijeron que estaba contaminado y me explicaron lo peligroso que era no haber sabido defenderse y equiparse para evitar problemas».
«La intoxicación es muy lenta, —continuó— no es algo violento. Aunque hubo un caso, el aplicador Mario Ferraro, que se quedó ciego arriba del avión. Era tan alto el índice de intoxicación que tenía que, como ataca el sistema nervioso central, quedó ciego en pleno vuelo. Imaginen lo que duró», relató.
Intoxicado. También contó otro caso de un compañero que «estaba en la casa, tomando la leche antes de salir a trabajar y quedó duro y asfixiado frente a su cuñado. Su familiar notó que estaba intoxicado, le hizo respiración, lo trasladó hasta un hospital y lo salvaron».
«Otro tuvo un cáncer terminal. En tres meses murió. No puedo hablar científicamente, pero sí puedo dar ejemplos de lo que veo, comentó, y aseguró que el extremo cuidado durante su actividad le permitió ahora ser un sobreviviente.