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La directiva financiera que dejó su cargo por una tintorería

Tiene 45 años. Es economista y actuario de seguros y hace dos años, en plena crisis económica, decidió renunciar a un sueldo superior a los 120.000 euros al año y crear su propio negocio. No ha cubierto gastos aún, y no aspira a ganar más de 40.000 euros anuales, pero «no me siento una esclava del trabajo». Eso sí, cree que todos los trabajadores deberían hacerse autónomos, aunque estén en grandes empresas privadas. Considera que así todos se esforzarían, y no habría discriminaciones: «Ahora unos se esfuerzan mucho y otros se aprovechan de ese trabajo».

Pilar Ballesteros era una destacada ejecutiva financiera especializada en seguros. Su último trabajo en el sector lo desarrolló en Banco Pastor, donde era directora técnica de seguros de vida del grupo, al que se incorporó en 2005 tras haber pasado por otras importantes compañías de seguros y consultoras. Era lo que se dice una ejecutiva de éxito. «En mi currículum figura haber realizado las valoraciones de la mayoría de las prejubilaciones del sector financiero español».


Pese a ello, en 2009, y contra toda lógica, decidió dar un giro completo a su trayectoria laboral, y abandonó su exitosa carrera profesional en el mundo de las finanzas para convertirse en autónoma. Pasó del que parece un glamuroso trabajo en el sector bancario a comprar una vieja tintorería. Ahora tiene dos, las Tintorerías Ronsel. Ambas, situadas en un céntrico barrio madrileño, son muy diferentes a las convencionales. Además, tiene en franquicia cuatro tiendas de arreglo de ropa (La Yaya Costurera), aunque en sus locales se hace de todo porque «en La Yaya Costurera recojo ropa para llevarla a la tintorería, y viceversa».

Asegura que sus tintorerías «no huelen a productos para limpiar la ropa en seco o a plancha. No me gusta ese olor. Entras y no ves los vestidos o trajes colgados en perchas. Quería trabajar en mi propio negocio y que fuera tradicional, pero con un toque innovador. Entonces me di cuenta de que las tintorerías de barrio de toda la vida se estaban cerrando y no por falta de negocio, sino porque sus dueños eran ya mayores, de 60 a 70 años de edad, y sus hijos no querían seguir los pasos de sus padres. Son universitarios que aspiran a trabajar en lo que han estudiado. Y así, observando, haciendo un estudio de mercado y transformando la visión que tenemos de las tintorerías, es como un buen día dejé mi puesto de ejecutiva y pasé a este negocio. Pasé de ganar más de 100.000 euros al año a tener un sueldo que puede rondar los 40.000 euros anuales como mucho. Pero lo prefiero», señala Pilar Ballesteros.

Sabe que eligió el peor momento para dejar un trabajo fijo y bien remunerado, pero «llevaba 15 años dando vueltas a la idea de ser mi propia jefa. En la empresa privada me sentía una esclava. Tuve dos enfermedades graves por estrés que fueron decisivas para empujarme a hacer lo que quería pese a la crisis».

Fuente: www.cincodias.com

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