El impacto del metal cercenó las dos piernas
a Norberto Coímbra Aguilera y la pierna izquierda a Ronald Leigue Ribera. La
onda expansiva se extendió a más de 10 metros. La explosión tumbó al piso a
otras personas.
El cuadro era aterrador. “Lléveme por favor, lléveme”,
clamaba con la voz entrecortada Norberto Coímbra, mientras derramaba dos gruesas
lágrimas al ver su cuerpo sin piernas. El joven, al igual que su amigo Ronald
Leigue Ribera, se encontraba en shock, tras la explosión de una garrafa de 55
kilos de oxígeno, que prácticamente los partió en dos.
Norberto, en una reacción casi sobrehumana, se había
arrastrado unos ocho metros del sitio en que quedaron sus piernas, para apoyarse
en un poste, tratando de encontrar ayuda para salvar su vida, mientras Ronald
tenía en sus manos la pierna que le había arrebatado el fuerte impacto.
Gilmar Guerrero, un hombre de 27 años que poco antes había
ingresado al local, ubicado en Alto San Pedro, entre el tercer anillo y la
Radial 16, donde solían llenar tubos de oxígeno, estaba tendido en el piso, al
igual que muchas otras personas que se encontraban por las inmediaciones.
Mientras algunos transeúntes, entre ellos un periodista de El Nuevo Día, lo
ayudaban a levantarse, se dio vuelta y vio que los dos jóvenes, con quienes
algunos segundos antes estaba conversando, se debatían entre la vida y la muerte
en medio de un charco de sangre. “Sólo Dios me salvó”, decía un tanto aturdido,
mientras temblaba apoyándose en una puerta esperando reaccionar.
Momentos antes de la explosión, Gilmar le había entregado a
Norberto Coímbra una tarjeta de 30 bolivianos de Celucash, que debía pagarle por
la tarde.
El hecho se produjo a las 10.35 de ayer cuando Coímbra
Aguilera manipulaba una garrafa de oxígeno para pasar el contenido a otro
tanque, a través de una pequeña cañería metálica, totalmente insegura.
El trabajo lo realizaba a pedido de Freddy Ayala, propietario
de un taller mecánico situado entre el cuarto y quinto anillo de la Radial 15.
“Fuimos a comprar oxígeno con Ronald Leigue, uno de mis operarios. Otro
mecánico, Ramiro Bejarano, me pidió que compre pernos, por lo que minutos antes
dejé a Ronald en la tienda, mientras iba en busca del requerimiento. Fue cuando
me salvé de morir, porque después se produjo la explosión”, relató Ayala en la
morgue del hospital San Juan de Dios, tratando de ayudar a la familia de su
trabajador, para darle cristiana sepultura.
Debido a la explosión, algunos inmuebles también fueron
afectados. La casa “Oxigas”, donde se manipulaba la garrafa, quedó sin el techo,
porque toda la cubierta voló al desprenderse del tinglado; en otras casas se
rompieron los vidrios y los pedazos de metal se esparcieron a más de 12 metros,
llevándose consigo partes del cuerpo de los infortunados trabajadores.
A unos cinco minutos del hecho llegó la ambulancia de Radio
Patrulla 110, al mando del mayor Sabino Guzmán, quien confirmó la mala
manipulación del tubo de oxígeno. Cada tubo cuesta $us 200 y para recargar uno
vacío el precio es de Bs 100 por 55 kilos de oxígeno.
Norberto Coímbra falleció cerca de las 14.00, pese a los
esfuerzos efectuados por los médicos, según el jefe de emergencia del hospital
San Juan de Dios, Luis Queirolo. A las 16.30, Ronald Leigue también murió.
Los vecinos piden control en la zona
Frente a Oxigas, el local donde se produjo la explosión que
cobró la vida de dos personas, hay un colegio. A un lado existen otros talleres
de similares características y ninguno tiene orden de funcionamiento y tampoco
reúnen las condiciones mínimas de seguridad para el trabajo que realizan.
El vicepresidente de la Junta Vecinal de Alto San Pedro pidió
a las autoridades que inspeccionen todos los talleres mecánicos, de chaperío,
tornería, llanterías, metal mecánica, ventas de combustibles y explosivos que
han invadido la zona. Según dijo, los inspectores de la Alcaldía, Ministerio de
Trabajo y otras entidades encargadas del control, jamás aparecieron antes del
hecho.
Fuente:
www.bolivia.com
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